5.1.2.4.  Consonantes finales
En posición final, las consonantes latinas suelen desaparecer, con algunas excepciones como la de las consonantes s y l que se mantuvieron: minus > «menos», mel > «miel».
La m final del latín casi siempre se apocopa (iam > «ya»); en algunos casos, pasa de nasal bilabial a nasal alveolar (alveolarización): tam > «tan», quem > «quien»;
El sonido liquido vibrante (representado por la r) pasa de la posición final al interior de la sílaba, por metátesis: inter > «entre», quattuor > «cuatro».
Algunas consonantes finales del castellano no provienen directamente de consonantes finales latinas, sino que son el resultado de una pérdida de consonante final (m) y una posterior apócope de la e. Tras la pérdida de la e final, generalmente, las consonantes n, l y s se mantienen: consulem > consule > «cónsul», regionem > regione > «región».
Es frecuente también que, tras la perdida de la e, la t se sonorice en d (como en el caso de retem > rete > «red») o que [k] se asibile en [θ] (crucem > cruce > «cruz»);
El sonido líquido vibrante [r] puede mantenerse (amorem > amore > «amor») o puede transformarse por disimilación en el lateral liquido [l], como puede apreciarse en arborem > arbore > «árbol».