Capítulo 9º — El español después del Siglo de Oro. XVIII y XIX 
 9.2. El siglo XIX 

 9.2.1.3.  La prensa

Durante el siglo XVIII se sientan las bases de la prensa como medio de difusión de ideas y conocimientos. Pero es durante el XIX cuando la prensa adquiere la importancia que pueden tener en el XX la radio y la televisión o para nosotros en el XXI, internet. Su influencia, difusión, contenido y objetivos van cambiando a lo largo del siglo dependiendo de los factores políticos, culturales o sociales de cada momento.

Podemos preguntarnos hasta qué punto se difundían las ideas escritas en un país que en 1803 sólo tenía un 5,96% de población alfabetizada, pero debemos recordar que ya en la Edad Media los que sabía leer difundían oralmente las noticias (gestas) de lo que ocurría en el reino. Esa tradición continúa durante el XVIII y XIX, reduciéndose paulatinamente según va aumentando la alfabetización (en 1900, un 33,45% lo estaba). Pregoneros, ciegos y juglares realizan durante el XIX la importantísima función de adaptar al lenguaje popular, para facilitar su comprensión, las noticias políticas, científicas y literarias de su época. No obstante el alto grado de analfabetismo que hay en España durante este siglo, este tipo de publicaciones que denominamos “prensa” tiene una gran aceptación y demanda. Sólo entre los años 1868 y 1875 aparecen en España casi 600 periódicos.

Dentro de este siglo -como decíamos al principio del capítulo- el país sufre guerras con el exterior, guerras civiles, revoluciones, restauraciones, exilios, incontables golpes de Estado, duelos a muerte entre aspirantes al trono, asesinatos de políticos, etc. Pero también llegan nuevas ideas, se traducen libros de ciencias y de letras, se desarrolla la industria minera, la metalúrgica, la vinícola, etc.; llega el ferrocarril y se construyen nuevas carreteras que permiten cambios en la estructura económica y productiva; aparecen los partidos políticos, nuevas ideologías, se crean los sindicatos obreros, ... Todo aparece en la prensa: traducciones de poemas franceses y de textos científicos ingleses, manifiestos contra la política del gobierno y recomendaciones sobre las nuevas modas en el vestir de las mujeres. Toda la vida política, cultural y social está en la prensa.

Escritos políticos, Jaime Balmes (1810-1848)

Por la prensa insinúa un monarca sus voluntades, por la prensa se avisan los conspiradores, por la prensa se hacen los partidos sus declaraciones de guerra, su señal de rompimiento de hostilidades, sus treguas, sus reconciliaciones, sus alianzas; por la prensa se vindica la inocencia o desmiente sin rubor el crimen desvergonzado; a la prensa acuden las doctrinas disolventes y las conservadoras, las venenosas y las saludables; de la prensa salen las lecciones desesperantes y las palabras consoladoras; de la prensa brotan el amor y el odio, la paz y la guerra, la luz y las tinieblas, la verdad y el error, el bien y el mal.

Para la evolución de la lengua el rol de la prensa durante el siglo XIX fue decisivo. La prensa no sólo difunde nuevas ideas y nuevos conocimientos, difunde también nuevas palabras que, procedentes de lenguas extranjeras, reflejan las innovaciones literarias, políticas, científicas, técnicas, consumistas, etc. de la época. Estos extranjerismos, o neologismos, paulatinamente se irán integrando en el vocabulario activo (o pasivo) de los hispanohablantes porque los textos de prensa, a diferencia de los textos literarios, tienden a repetirse en estructura y vocabulario por lo que también tienen la función de uniformación de "otra lengua" entre la culta y la popular, una lengua al alcance de todos.

La prensa es el lugar de encuentro de todos los estamentos sociales del XIX. Todos los políticos, antes o después de su llegada al poder, escriben en la prensa nacional, o son propietarios de una publicación periódica; todos los literatos escriben en la prensa nacional, o son fundadores, editores y redactores de alguna publicación.

De todos los que dejaron sus palabras en las páginas de la prensa del siglo XIX hemos de destacar a Larra.

Mariano José de Larra (1809-1837) escribió una novela, también un drama, algunos poemas y más de 200 artículos periodísticos. Es en éstos donde quedan reflejadas sus ideas sobre la política, la sociedad, las costumbres y la lengua españolas.

En sus artículos critica la organización del estado, defiende las ideas liberales, ataca las conservadoras; se burla de la sociedad y de la idiotez de algunas costumbres y critica también el uso incorrecto que se le da a la lengua, etc. El tema común a todos ellos podría ser "Los males de España".

Títulos de algunos de sus artículos. Política y sociedad: En este país, El castellano viejo, El día de difuntos de 1836, Vuelva usted mañana, Lo que no se puede decir no se debe decir, Nadie pase sin hablar al portero, etc. Lengua: Por ahora, Cuasi, Las palabras, etc.

Con esta crítica, satírica , mordaz, incisiva y tajante, Larra no reniega de España, su cultura y su lengua, sino que expresa la enorme frustración de un idealista romántico que sueña con una política más democrática, una sociedad más civilizada y una lengua que sirva para alcanzar los objetivos anteriores así como para el desarrollo de la persona como ser colectivo e individual. Larra se suicidó a los 27 años.

Obras completas de Fígaro, Mariano José de (1809-1837)
(Larra no tiene inconveniente en incorporar al español todo el vocabulario que sea necesario independiente del origen de la palabra.)

El que la voz album no sea castellana es para nosotros, que ni somos ni queremos ser puristas, objeción de poquísima importancia; en ninguna parte hemos encontrado todavía el pacto que ha hecho el hombre con la divinidad ni con la naturaleza de usar de tal o cual combinación de sílabas para explicarse; desde el momento en que por mutuo acuerdo una palabra se entiende, ya es buena; desde el momento que una lengua es buena para hacerse entender en ella, cumple con su objeto, y mejor será indudablemente aquella cuya elasticidad le permita dar entrada a mayor número de palabras exóticas, porque estará segura de no carecer jamás de las voces que necesite: cuando no las tenga por sí, las traerá de fuera.


 Anterior   Siguiente