Durante el siglo III, el poder militar, político y econónico de Roma se debilita. Esta debilidad permitió la aparición y establecimiento en los territorios septentrionales y laterales del Imperio de pueblos de diversos orígenes.Por lo que a España se refiere, se considera que los pueblos germánicos llegaron a la península entre el 409 y el 416. (Véase Mapa 8)
Naturalmente, no es el primer contacto entre los pueblos centroeropeos y los hispanos. Uno de estos "contactos" tiene lugar en el siglo III, entre 264 y 272: las provincias hispánicas fueron devastadas por suevos y francos.
De estos pueblos el más importante son los visigodos. Numéricamente, de cien mil a doscientos mil, superan a los demás pueblos germánicos que llegan a la Península, pero lo que realmente les distingue es que llegaron a España "romanizados", es decir, ya estaban familiarizados con la lengua y la cultura romanas. Hacía ya dos siglos que "convivían" con Roma, a veces como aliados, a veces como enemigos, ya fuese en la Dacia, en la Galia o incluso en la misma Italia.
También llegan a España otros pueblos germánicos invasores como los suevos que se establecieron en el noroeste, Galicia. De los alanos sabemos que cruzaron los Pirineos (Puerto del Alan, Huesca) y que llegaron a ocupar los territorios centrales de la Península (Villalán, Valadolid). Los vándalos se establecieron principalmente en la España occidental para pasar luego a las tierras del valle del Guadalquivir (Andalucía < vándalos; vandalismo, hacer el vándalo). Estas tierras, las más ricas, las más romanizadas, recibieron ayuda de Roma que envió las huestes visigodas establecidas en el sur de Francia, en Tolosa para defender la Bética y expulsar a los vándalos.
Como no podía controlarlos, Roma decidió utilizar a los visigodos como "policía antidisturbios": allí donde surgía un conflicto se los enviaba para realizar las tareas que los ejércitos romanos ya no eran capaces de llevar a cabo. Este envío de tropas a la Bética y no a Galicia, por ejemplo, nos indica hasta qué punto el sur peninsular estaba romanizado y la importancia y la influencia que los hispanorromanos béticos tenían en Roma. La colaboración de los visigodos con Roma era tal que en la batalla de los Campos Catalaúnicos (451), en la que combatieron junto a las legiones romanas contra los hunos, y donde murió su propio rey, combatieron uniformados y con sus legiones organizadas a la romana.
Paulatinamente los visigodos fueron estableciéndose por todo el territorio peninsular; arrinconaron a los suevos en Galicia y expulsaron, dominaron o asimilaron a los demás grupos.
El afincamiento de los visigodos sucede principalmente tras su expulsión de Francia por los bárbaros francos, después de la derrota que sufrieron en Vouillé, en el 507.
Los vándalos expulsados de Hispania pasaron al norte de África, desde cuyas costas se dedicaron a la práctica del vandalismo marítimo o piratería.
Los pueblos germánicos sienten admiración por la cultura de Roma (la misma admiración que Roma sentía por la de Grecia a la que había conquistado), y por la lengua romana, el latín. Por este motivo adoptaron desde muy pronto el latín para sus documentos oficiales. De su propia lengua, el visigodo, podríamos decir que para el siglo VII ya se había extiguido.
Tras la conversión al cristianisno de Recaredo (589) se quemaron todos los libros religiosos escritos en germánico.
También hay que recordar que, a la llegada de los visigodos, en Hispania había entre 7 y 12 millones de latinohablantes que difícilmente habrían podido adoptar la nueva lengua.