Capítulo 7º — Baja Edad Media (XI-XV) 
 7.3. Lenguas romances peninsulares (s. XI y XII) 
  1.  Gallego-portugués 
  2.  Leonés 
  3.  Navarro-aragonés 
  4.  Catalán 
  5.  Mozárabe 

Como hemos visto en el apartado anterior, a principios de la Baja Edad Media (s. XI), el castellano es sólo una de las múltiples variantes vulgares del latín que se hablan en la Península. La conquista árabe de toda la península Ibérica -salvo los territorios montañosos e improductivos septentrionales- en el 711 había dividido el territorio en dos zonas: una musulmana (90% del total, Al-Andalus) y otra cristiana (el resto). Característica común a ambas partes es su capacidad para mantenerse desunidos, incomunicados entre sí, divididos en minúsculos reinos y condados orgullosos de poder diferenciarse. En 1031, en territotorio cristiano existen: León, Castilla, Navarra, Aragón y Condados Catalanes; en territorio árabe, los reinos de taifas: Badajoz, Toledo, Zaragoza, Valencia, Tortosa, Sevilla, Córdoba, Granada y 15 más. (Véase Mapa 12)

Por lo que a la lengua se refiere, esta triple división territorial (división entre árabes y cristianos y división interna en cada uno de los dos) posibilitó la conservación-creación de seis variantes romances del latín visigodo:
- en el norte, de izquierda a derecha: gallego-portugués, leonés, castellano, navarro-aragonés, catalán
- en el centro y el sur: el mozárabe. (Véase Mapa 3)

A este grupo de lenguas peninsulares en el siglo XI habríamos de añadir el vasco. Como se mencionaba en el cap. 3, no es lengua indoeuropea, y, naturalmente, tampoco lengua romance. No obstante queremos recordar su presencia en esta época no sólo por su extensión, superior a la de los actuales territorios del País Vasco, sino por la influencia que tuvo en la evolución de sus lenguas vecinas, principalmente el castellano.

Como no es nuestro objetivo aquí describir estas lenguas, nos limitaremos a presentar algunas de las características que las diferencian de la evolución del castellano.


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