Capítulo 5º — Del latín al romance español (pasando por el latín vulgar)
 5.3. Léxico 
5.3.1. El léxico patrimonial

El léxico patrimonial está compuesto por palabras que existen en el latín peninsular desde los primeros siglos.

La formación del inventario del léxico patrimonial estar determinada por diversos factores históricos y socioculturales de entre los que podemos destacar:

1. el contacto del latín con las lenguas prerromanas que le transmiten a éste el vocabulario necesario en el nuevo contexto geográfico cultural que es Hispania (véase cap. 3);

2. el tipo de personas que de Roma traen la lengua a Hispania (soldados, obreros y un muy reducido número de personas letradas) que por una parte transmite un latín coloquial a los nativos, y que por otra parte está abierto a asimilar el vocabulario de los conquistados cuando es necesario;

3. el surgimiento de esa nueva religión que es el cristianismo, los valores que introduce y su necesidad de constante recurso a la metáfora para poder expresar con palabras cotidianas los nuevos significados;

4. la ruptura de contactos con Roma y el resto de la Romania en el Bajo Imperio que provoca el aislamiento de las regiones y la consecuente definición de las hablas coloquiales como norma de la comunidad.

Todos estos factores, independientemente de su cronología, crearon en el sistema léxico una confusión e inseguridad similares y paralelas a las ocurridas en la morfosintaxis o la fonética.

Si antes veíamos en la morfología la necesidad de recurrir al uso de las preposiciones para un significado antes expresado por los casos, en el léxico se prefieren las palabras expresivas que, aunque a veces pueden ser "vulgares", se consideran más cargadas de significado o más seguras cuando existe confusión e inseguridad en el sistema léxico.

El latín vulgar prefiere la forma ... que significaba ... y que dio en español ... a la forma "clásica" ... que significaba ...
aprehendere (agarrar, coger) > «aprender» discere (aprender)
clamare (gritar) > «llamar» vocare (llamar)
fabulare (contar cuentos) > «hablar» loqui (hablar)
comparare (comparar, cotejar precios y calidad) > «comprar» emere (comprar)
caballu (caballode carga) > «caballo» equu (caballo)
jocu (burla) > «juego» ludu (juego)
casa> (cabaña, choza) > «casa» domu (casa)

Esta expresividad tomaba a veces carácter humorístico como en

perna (jamón, pata de cerdo) > «pierna» crure (pierna)

La preferencia por formas expresivas llevó al olvido de otras variantes, generalmente cultas, con lo que se reducen o anulan las diferencias de matiz posibles. Así:

de que significaban se conservó sólo ... con ambos significados
grandis y
magnus
tamaño físico y
tamaño moral
grandis > «grande»
alius y
alter
otro, diferente y
otro entre dos, el otro
alter > «otro»
niger y
ater
negro brillante y
negro mate
niger > «negro»

Los diminutivos eran tan frecuentes que muchas palabras derivaron de ellos, no de la forma básica:

forma en diminutivo en español (forma básica)
vetulu > vetlu > veclu > «viejo» (vetus)
auricula > oricla > «oreja» (auris)
apicula > apicla > «abeja» (apis)

Desde una perspectiva formal (la que las distingue del léxico culto) las palabras patrimoniales tuvieron una evolución espontánea y fueron transformándose hasta convertirse en las hoy existentes. Entre los rasgos más característicos de la evolución de estas palabras podemos recordar lo ya visto en el apartado sobre los cambios fonéticos (5.1.).

- Pérdida de f inicial latina: facere > «hacer», filium > «hijo», folia > «hoja»
- Pérdida de g o j iniciales ante e, i: germanus > «hermano», gingiva > «encía»
- Conversión del grupo ct en ch: noctem > «noche», lactem > «leche»
- Diptongación de las vocales tónicas e en ie y o en ue: pĕtram > «piedra», mĕtum > «miedo», sĕptem > «siete», sĕrram > «sierra», tĕnet > «tiene», bĕne > «bien», rŏtam > «rueda», nŏvem > «nueve», nŏvum > «nuevo», pŏrtam > «puerta», fŏrum > «fuero».
- Palatalización de los grupos iniciales pl, cl, fl en ll: pluviam > «lluvia», flammam > «llama», clavem > «llave».


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