Capítulo 3º — Prehistoria 
 3.2.1 Lenguas no-indoeuropeas: el vasco 

De los demás grupos lingüísticos el más importante es el vasco.

El vasco se hablaba a ambos lados de los Pirineos. Parece que era propio no sólo de los vascones (habitantes de la actual Navarra) sino también de otros pueblos más occidentales, situados en los actuales País Vasco, Cantabria y norte de Castilla-León, así como en la franja suroeste de la Francia actual.

¿Era una lengua ibérica? ¿Era "la" lengua ibérica? Por mucho que algunos han intentado responder a esas preguntas, nada puede afirmarse al respecto. Pero podemos constatar muchos rasgos comunes entre ambos grupos, vasco e ibérico, (tanto de tipo fónico como morfológico o léxico), tal vez debidos a una base común primitiva a la que se añadieron elementos posteriores muy diferentes. Parece ser que el mismo término ibero puede tener raíz vasca, si se admite que se les dio tal nombre por el río Iberus (> Ebro), del vasco ibai, ibar 'río' (¿pero era esta palabra originariamente vasca?).

Las reliquias de las lenguas paleohispánicas no-indoeuropeas conservadas en castellano son pocas: algunas palabras y algún que otro sufijo. Entre las primeras, predominan, como es usual, los topónimos. Los topónimos, por su fijeza, han sido utilizados para delimitar las áreas étnico-lingüísticas; sin embargo, se ha de recordar que no necesariamente reflejan la lengua hablada en esa zona (pueden responder, por ejemplo, a estratos anteriores o posteriores).

En las obras de varios escritores romanos encontramos que nos hablan de palabras ibéricas, hispánicas, pero en realidad son palabras latinas que ellos desconocen: sería el caso de cusculus > «coscojo», cuniculus > «conejo», gurdus 'necio, estúpido' > «gordo», plumbus > «plomo», etc. El motivo de que desconozcan estas palabras se debe a que el latín llega a la Península en el 218 a.n.e. y es, por lo tanto un latín, un vocabulario, que ha dejado de utilizarse y que los escritores clásicos desconocen.

Pocos son los elementos léxicos procedentes "directamente" del vasco, y menos aún aquellos que puedan considerarse primitivos. Entre el léxico de origen vasco más antiguo en español suelen citarse: izquierda, cencerro y pizarra.

Vocabulario no-indoeuropeo

accidentes geográficos: barranco, alud, barro, arroyo, charco, balsa
plantas: chaparro 'mata de encina o roble', mata 'conjunto de árboles o arbustos'
animales: sapo, becerro
otras: abarca, cama, legaña, sarna y, quizá, sobaco

Se ha escrito también que algunas de las palabras del recuadro anterior proceden del vasco, al existir también en el vasco actual. Pero ¿cómo diferenciar ahora los vasquismos primitivos, los que entraron en el latín peninsular en la época romana, de aquéllos que entraron en el castellano durante los siglos de bilingüismo vascorrománico (800-1200), al comienzo de la Reconquista y la formación de Castilla, cuando aquella zona de Amaya se encontraba en parte en zona vascoparlante y en cuya construcción y expansión participaron activamente soldados, agricultores y artesanos vascos? ¿Cómo diferenciar los vasquismos primitivos de los vasquismos medievales?

En cambio, la toponimia peninsular explicable a través del vasco es abundantísima. Así no sólo hallamos abundante toponimia de tipo vasco a lo largo de todo el Pirineo hasta el Mediterráneo y comarcas francesas vecinas, sino también por todo el Centro y Sur de la Península. Naturalmente esto no indica que el vasco se hablara en todos estos lugares, pero si nos dice que el vasco tenía elementos comunes con las demás lenguas ibéricas, ya fuere por préstamos recíprocos o por haber tenido todos ellos sustratos previos comunes:

noreste: Arán ('valle'), Esterri> ('lugar cercado') o Segarra (< sagar 'manzana')

centro: Aranz ('espino'): Aranjuez, Aranzueque, etc.;

oeste del actual País Vasco: Selaya, en Cantabria, Iria Flavia, en Galicia.

Un sufijo muy abundante en casi toda la toponimia peninsular, sobre todo en el Levante, Sur y Portugal es -én, -ena, quizá ibérico y casi idéntico al actual derivativo vasco de posesión. Suele aparecer unido a nombres latinos, indicando probablemente el primer poseedor del lugar: Leciñena (de Licinius), Villena (de Bellius), Lucainena (de Lucanius), Mairenah> (de Marius), Galiena (de Gallius), etc. Otro sufijo, éste ya más claramente vasco, también muy vivo en época latina, es -urri, -uri ('ciudad'): Gracchurris (Rioja), Crescenturi (Cataluña), etc.


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