9.2.1.2.  Realismo
Para el positivismo, ideología dominante durante la segunda mitad del siglo, la experiencia y los hechos observables son el punto de partida del conocimiento; esto derivará en un importante desarrollo de las ciencias en general y de las experimentales en particular. Contemporáneo del positivismo, en literatura, el Realismo reproduce la realidad de forma exacta por medio de la observación como si de una ciencia experimental se tratase: los escritores se documentan sobre el terreno sobre personajes, ambientes, paisajes y costumbres. Esta descripción minuciosa de la realidad le sirve el autor para hacer su crítica social: la realidad se ha degradado y se ha de volver a los valores tradicionales (autores conservadores); las lacras sociales observables en la realidad se deben a la permanencia de valores conservadores que impiden el progreso y el desarrollo (autores progresistas).
Escritores conservadores y tradicionalistas (sociedad rural)
José María de Pereda (1833-1906) describe la "realidad" del mundo rural "idealizándolo": el mundo rural es un compendio de virtudes amenazadas por la corrupción de la vida moderna, (Pepita Jiménez, Juanita la Larga).
Armando Palacio Valdés (1853-1937) presenta el mundo minero asturiano (La aldea perdida, Escenas montañesas) que ha sido pervertido por el progreso moderno, y añora el regreso a la idílica vida campesina de antaño.
Escritores progresistas (sociedad urbana)
Benito Pérez Galdós (1843-1920) mantiene una postura crítica y de denuncia ante la intolerancia, el fanatismo y la hipocresía de la sociedad (Fortunata y Jacinta, Episodios nacionales).
Leopoldo Alas "Clarín" (1852-1901) la ciudad española encerrada en tradiciones fósiles (La Regenta).
Sobriedad, sencillez y verismo son las características principales del lenguaje de los escritores. Cuando hablamos de "verismo" en el lengua, nos referimos a la intención de estos escritores de mostrar los diferentes niveles de la lengua, tanto los cultos como los populares. En Fortunata y Jacinta, Galdós recurre a esta mezcla de registros para así retratar de manera más realista a sus personajes. Esta sencillez no les impide utilizar todo el nuevo vocabulario que se ha incorporado al español y que ellos necesitan en la descripción de la realidad: del lenguaje político (terrorismo, reaccionario, proletariado, comunismo), del social (clase social, cuerpo social); del técnico (fotografía, teléfono, kilómetro). Utiliza también tecnicismos procedentes del latín o el griego (accésit, mito, acrópolis); galicismos (consola, cuestión, lote, bobina, acordeón), anglicismos (snob/esnob, yate, tranvía, túnel). Algunos de los vocablos tienen forma vieja pero significado nuevo: huelga pasa de significar "jadeo ⇒ descanso tras el jadeo ⇒ descanso" a significar "inactividad laboral como forma de reivindicación"; progreso pasa de significar "avance, continuación" a "desarrollo continuo y general de la civilización, la cultura y el ser humano".
La tribuna, Emilia Pardo Bazán (1951-1921)
En abono de La tribuna quiero añadir que los maestros Galdós y Pereda abrieron camino a la licencia que me tomo de hacer hablar a mis personajes como realmente se habla en la región de donde los saqué.
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Estas formas populares que utilizan los realistas nos dan una idea de las particularidades del español en la diversas regiones españolas. Pardo Bazán en sus cuentos saca a la luz el español dialectal característico de Galicia, como Pereda en sus novelas presenta el español de Cantabria.