Norte de la actual provincia de Burgos (Amaya, Villarcayo, Sedano, Villadiego, Briviesca y Miranda de Ebro) y sus entornos en las provincias de Palencia, Cantabria, Álava y La Rioja. Un territorio limitado al norte por el sistema montañoso Cantábrico y el País Vasco (vasc. amaya, "frontera").
Los minúsculos reinos cristianos del norte, permitidos por los conquistadores árabes terminada su conquista de la Península en el 711, se convierten a su vez en conquistadores o "reconquistadores" de los territorios árabes. Esta Reconquista, sobre todo en sus primeros 300 años, es un proceso lento y multidireccional. (Véase Mapa 1)
La conquista de un nuevo territorio se iniciaba con el envío de destacamentos cuasi militares a las órdenes de un noble de la confianza del rey. Los individuos de estos destacamentos tenían la multifunción de colonos, soldados y, para nosotros importante, forjadores de nuevas lenguas. Estos aventureros tienen diversos orígenes y diversas lenguas, y conviven por imposición o pacto con individuos de otras culturas y otras lenguas. Así, los territorios conquistados se convierten en crisol de culturas y lenguas que dan origen a otras nuevas. En este territorio de Amaya se funden variantes leonesas, riojanas, navarras, mozárabes y, muy importante, vascas. El resultado será una lengua vehicular que sin ser la de nadie, pueda ser usada por todos.
El rey concedía a los miembros de estas expediciones la propiedad de las tierras conquistadas y la obligación de defenderlas. Esto explica que en Castilla no llegase a existir un verdadero sistema feudal.
Cuando surgen estas nuevas comunidades, uno de los elementos que garantizan la integración de sus miembros y la coherencia social es la lengua. Todos estás dispuestos a dejar aparcados los rasgos lingüísticos que les diferencian de los otros para así sentirse integrados. Algo similar ocurrirá cuando los españoles de diversos orígenes vayan a América: se abandonan los rasgos diferenciadores y se adoptan los compartidos.
Hacia el año 800 empieza a denominarse Castilla, «tierra de castillos», a este nuevo territorio conquistado-poblado por el reino de León en su proceso de expansión y reconquista. Fernán González, a mediados del s. X, recibe el título de conde de Castilla, y Fernando I, hijo de Sancho el Mayor, rey de Navarra, será quien lo transforme en reino durante el siglo siguiente (1035).
Cuando se habla de "tierra de castillos" debemos olvidar aquí la imagen que tenemos de "castillo" feudal y pensar en pequeños campamentos -Castella es el diminutivo de castrum,-tra, "campamento"-, torres de vigilancia, más bien, desde las que se podía controlar la llegada del enemigo.
El territorio inicial era llamado Bardulia, tierra de los várdulos. A este territorio llevó Alfonso I de León en el siglo VIII gentes de colonización procedentes de la meseta, es decir, romanizadas y por lo tanto "latinoparlantes" que se mezclan con las tribus del norte poco romanizadas y poco conocedoras del latín (el cristianismo no llegó a Bardulia hasta el siglo VII). De esta mezcla surge el rechazo de la organización política, la justicia y le lengua de León. El feudalismo de León se sustituye con concejos de hombres libres; el Fuero Juzgo utilizado por la justicia leonesa se abandona en favor de una justicia basada en el derecho consuetudinario primitivo heredado de los antiguos pobladores; y éstos mismos -várdulos, cántabros, autrigones y vascos- dejarán su impronta lingüística innovadora en la nueva lengua.
A la muerte de Fernán González (970) el condado de Castilla comprendía la totalidad de las provincias de Burgos y Vizcaya, la mayor parte de Cantabria y Álava y pequeñas comarcas de las actuales provincias de Guipúzcoa, La Rioja, Soria y Palencia.
A lo largo de los cuatro siglos siguientes este pequeño reino fronterizo expande sus fronteras primero hasta Toledo (1085), luego a las regiones meridionales: Córdoba (1236), Jaén (1246), Sevilla (1248), Murcia (1244) y Cádiz (1250). A mediados del siglo XIII, el reino de Castilla se extendía desde el mar Cantábrico hasta el Mediterráneo y el océano Atlántico. (Véase Mapa 1)
En este avance y expansión, Castilla no sólo lleva sus soldados y sus comerciantes que suplantan a los de los territorios conquistados, lleva también su lengua, el castellano, que desplaza de manera definitiva al mozárabe, en el sur, y de manera menos total al leonés y al aragonés, oeste y este, respectivamente. El vasco, hablado al norte de Castilla, no fue asimilado por el castellano, pero sí vio cómo se reducía su territorio. (Véase Mapa 2)
La adopción del castellano por estos territorios no se debe únicamente al importante papel político militar que adquiere Castilla durante la Reconquista, sino también a que este "castellano drecho" del que habla Alfonso X es una koiné que ha asimilado elementos de las otras lenguas (Drecho, "derecho, correcto", es un aragonesismo, por ejemplo) y que además posee una extensa producción literaria. Estos textos -lengua de prestigio- funcionaban como referentes normativos que le daban a la lengua, y a sus hablantes, una seguridad de uso correcto de la que no disponían las otras lenguas aún vacilantes en algunos aspectos, principalmente de carácter fonético.
Así pues, el castellano es inicialmente una lengua de frontera y de conquista. Este hecho explica, entre otros, la abundancia de elementos lingüísticos tomados de otras lenguas. (Véase Mapa 3)