Capítulo 5º — Del latín al romance español (pasando por el latín vulgar) 
 5.2. Morfosintaxis 

 5.2.1.1.  Declinación

Las distintas funciones sintácticas que un sustantivo puede tener se indicaban en latín a través de los casos, y se marcaban añadiendo al sustantivo terminaciones o desinencias que distinguían unos casos de otros. Por ejemplo, en dominus venit («el señor viene»), dominus es sujeto de la oración; en video dominum («veo al señor»), dominum es complemento objeto directo del verbo: esta diferencia de función se señalaba con las terminaciones, en estos ejemplos concretos -us y -um, respectivamente.

Los casos que el latín distinguía con desinencias especiales eran: nominativo (sujeto), vocativo (para llamar o exclamar), genitivo (relación de propiedad o pertenencia), acusativo (complemento directo), dativo (complemento indirecto) y ablativo (complemento circunstancial).

En la evolución fonética que iría del latín al español, las diferencias de función de los sustantivos que indicaban las desinencias se fueron oscureciendo. Por ejemplo, la diferencia entre el nominativo rosa, el ablativo rosa y el acusativo rosam, desapareció al perderse la -m final en la pronunciación del latín vulgar y el romance castellano, quedando así tres casos unificados. La pérdida de la -m y el cambio de u final en o igualó el acusativo dominum con el dativo y el ablativo domino. Así resultaba que muchos casos se confundían, y poco a poco -por necesidades de claridad comunicativa- el uso de los casos se fue sustituyendo por el uso de preposiciones, que expresaban sin ambigüedades las funciones gramaticales del sustantivo. Entre los casos de la declinación latina subsistió (si de subsistencia puede hablarse) sólo el acusativo, del cual se formaron los sustantivos castellanos, casi en su totalidad.

Por esto en los libros de gramática histórica y en los diccionarios etimológicos se suele partir del acusativo, quitándosele la -m desinencial, que se pierde siempre en romance.


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