Capítulo 3º — Prehistoria 
 3.1. Las lenguas de la Hispania prerromana 

Como no disponemos de una imagen clara y precisa de la situación lingüística prelatina en la Península por haber desaparecido todas las lenguas salvo el vasco, el principal interés que tienen para nosotros estas lenguas paleohispánicas es su función de posible sustrato de la nueva lengua.

Los romanos invasores (soldados, colonos, comerciantes, magistrados, etc.) impusieron el latín a todos los hispanos, lo cual se logró tras una larga etapa de bilingüismo. Latín y lengua prerromana se utilizan paralelamente durante esta etapa lo suficientemente larga como para que penetraran en el habla latina, triunfante al final, muchos de esos rasgos prerromanos. El grado de influencia que tuvo el sustrato en la formación de la nueva lengua dependió de varios factores:

1. la mayor o menor prontitud con que las distintas zonas se integran en el mundo romano: a mayor prontitud de integración, menor influencia del sustrato;

2. el tipo de latín que se difunde debido al tipo de gentes romanas que se instalan en cada zona: un habla más vulgarizante o coloquial estará más abierta a influencias de las lenguas indígenas (el sustrato) que otra de carácter más culto; y

3. el nivel social y cultural de las poblaciones romanizadas: la latinización fue mucho más intensa en las provincias que tenían un alto grado de desarrollo cultural, mientras que sería sólo superficial en las menos desarrolladas (que coincidían, por cierto, con las más tarde conquistadas, es decir, con las que más tardaron en integrarse a la cultura romana).

Para facilitar la visualización de la distribución territorial de estas lenguas, dividiremos la Península en dos grandes zonas más o menos compactas: una no-indoeuropea y otra indoeuropea. (Véase Mapa 4)


 Anterior   Siguiente